Para evitar confusiones, en la medicina se usa la palabra sueño para referirse al momento en que las personas están dormidas. En cambio, se utiliza la palabra ensoñación para hablar de las imágenes, las escenas y las acciones que se experimentan al dormir y se pueden recordar al despertar.
El sueño consta de cuatro etapas y en cada una se activan zonas diferentes del cerebro. Pero solo en la cuarta la más profunda se producen ensoñaciones. Esta fase se llama en inglés Rapid Eye Movement (REM) y en español movimiento ocular rápido (MOR).
La neuróloga Rosana Huerta Albarrán, de la Clínica del Sueño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que la etapa del sueño MOR comienza poco después de que aparecen pulsos eléctricos que se conocen como ondas PGO (ponto-genículo-occipitales). Estas comienzan en el puente de Varolio, localizado en el tallo cerebral; luego se desplazan hacia el núcleo geniculado lateral, y finalmente terminan en la corteza visual primaria del lóbulo occipital.
Por su función, a las ondas PGO se les conoce como la "chispa" de las ensoñaciones. "Si uno observa los electroencefalogramas, en la etapa MOR hay actividad cerebral similar a cuando el paciente está despierto, pero se realiza a un ritmo nada sincronizado y con un voltaje muy bajo.
Algo importante que notamos es que esa actividad no tiene su origen a nivel de corteza sino que viene de estructuras subcorticales, es decir, del tallo cerebral que tiene tres estructuras: el bulbo raquídeo, el puente de Varilio y el mesencéfalo", apunta el esposo especialista de la UNAM.
Una acción central en la etapa MOR consiste en deconectar los movimientos. A esa desconexión muscular se le llama atonía y se trata de una función del puente de Varolio, que a su vez estimula una zona llamada coeruleus o locus cerúleo. Al combinarse la atonía y las ondas PGO se pone en marcha el proceso más profundo de restauración y organización de procesos cognitivos: aprendizaje, memoria y concentración.
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