Los nebulizadores son una manera eficaz de administrar medicamentos directamente a los pulmones, vaporizando una solución en forma de una fina neblina de partículas de líquido de uno a 5 micrómetros de diámetro.
Usan una bomba eléctrica que introduce aire comprimido a través de un hueco diminuto, el Venturi. En ese lugar se forma una zona de baja presión debido al principio de Bernoulli, que afirma que una corriente de aire en movimiento rápido siempre tendrá una presión más baja.
Esta diferencia de presión hace que una solución de medicina líquida sea absorbida por unos pequeños tubos donde se encuentra con la corriente de aire rápida y se pulveriza en forma de aerosol de gotas diminutas y aire mezclados.
El paciente inhala esta mezcla a través de una boquilla o una máscara, aguantando la respiración durante unos segundos, lo que hace que se depositen las finas partículas en los pulmones en lugar de exhalarse.
Los deflectores del contenedor de medicina controlan el tamaño de las partículas, atrapando las gotas que son demasiado grandes y dirigiéndolas hacia el depósito para que vuelvan a ser nebulizadas.
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