Aunque el movimiento de la Reforma derivó con sus exponentes más extremos, en el rechazo total y la destrucción de las imágenes religiosas por considerar que fomentaban la idolatría y violaban el mandamiento de no anteponer ídolos a Dios. Lutero admitía un uso razonado de éstas en las iglesias y las casas particulares.
Entre 1521 y 1522 condenó los episodios de destrucción de imágenes que ocurrían en la ciudad de Wittenberg, Alemania. Pensaba el reformista que éstas podían usarse siempre y cuando no se convirtieran en objetos de veneración, ya que el verdadero ídolo residia en el corazón. En las primeras etapas de la Reforma las imágenes no se prohibían, solamente debían adaptarse a nuevos criterios para servir como testimonio o signos de apoyo para la memoria.
0 Comentarios