En 1985, el investigador Friedhelm Hillebrand definió la longitud estándar de un mensaje de texto. Cogió su máquina de escribir y llegó a una conclusión: la mayoría de frases tenían menos de 160 caracteres, que finalmente fueron fijados como máximo para los SMS. Esta limitación ya no es visible en los nuevos smartphones, que permiten enviar todos los caracteres que se quiera; eso sí, cobrandolos de 160 en 160 caracteres.
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