Después de comer, en especial alimentos con azúcar, el páncreas produce insulina, que convierte los azúcares que circulan por la sangre en reservas almacenables en las células. El incremento en el nivel de insulina activa el triptófano (un aminoácido esencial) en el cerebro. El cuerpo no puede fabricar aminoácidos esenciales y deben ingerirse a través de la dieta. Una vez que llega al cerebro, hace que se genere más serotonina, un neurotransmisor que pasa señales eléctricas entre las neuronas.
Alrededor del 90% de la serotonina del cuerpo está en el abdomen, lugar en el que regula el movimiento intestinal. El otro 10% está en el cerebro. La serotonina tiene varias funciones, entre ellas controlar el estado de ánimo y la somnolencia; también se ha asociado con la depresión y el sentimiento de intimidad. La subida de los niveles de serotonina estimulados por los alimentos ricos en azúcares puede hacer que nos dé sueño. Pero también hay otros factores que contribuyen a la somnolencia tras una comida, especialmente si ésta ha sido copiosa. Hace falta tiempo para digerir y la sangre se desvía de otra parte del cuerpo para ayudar a la digestión.
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