La sal marina se recoge de tres formas distintas. La primera es con una técnica natural en la que se draga el agua con alto contenido salino (por ejemplo la del lago Retba, en Senegal) con tamices. Esta es en la práctica más antigua, pero hace falta mucho tiempo y se obtiene solamente pequeñas cantidades de sal; además, la velocidad de reposición y obtención de la sal está regulada por la naturaleza.
El segundo método es una técnica semi manual en la que el agua del mar se pasa a estanques poco profundos, como en el mar muerto. El agua queda expuesta al sol y el viento, por lo que se evapora y su sal se concentra; de hecho la salinidad aumenta 10 veces, pasa del 3% a casi el 30%. En este punto la sal se cristaliza y se puede recoger manualmente.
El tercer proceso parte del segundo pero la operación se lleva a gran escala y se aleja de la fuente natural de agua. El agua del mar se lleva a estanques artificiales interconectados. Cuando empieza a evaporarse, se va acercando a las instalaciones de procesamiento por las conexiones, de manera que el agua del estanque más cercano es la que tiene más contenido de sal cristalizada.
Luego se recoge con máquinas y se lleva a una unidad donde se limpia. La sal marina primero se lava en una solución de salmuera para sacar el calcio y cualquier otra impureza, luego se lava en agua dulce para disolver cualquier resto de cloruro de magnesio. Después se vuelve a secar y se empaqueta para distribuirla a las tiendas.
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