Los dentífricos contienen una mezcla de abrasivos, detergentes y agentes espumantes. Al combinarlo con un cepillado frecuente de los dientes el dentífrico ayuda a combatir los problemas dentales manteniendo una buena higiene bucal. Algunas bacterias de la boca se adhieren al esmalte de los dientes formando una capa llamada placa dental.
Los abrasivos del dentífrico por ejemplo carbonato de calcio o sílice hidratado ayudan a retirar la placa añadiendo una textura granulosa al dentífrico. El lauril sulfato de sodio es otro ingrediente común que se usa para qué dentífrico haga espuma al cepillar los dientes. Esto permite que la pasta se distribuya mejor por toda la boca.
Sin embargo, el ingrediente más activo del dentifrico suele ser el flúor a menudo en forma de fluoruro de sodio porque refuerza el esmalte. El flúor también reduce la cantidad de ácido que producen las bacterias. Los ingredientes no activos, como el agua, los agentes aglutinantes y los conservantes le dan al dentifrico su consistencia característica, ayuden a mezclar bien los otros ingredientes y hacen que no tengamos que guardarlo en la nevera.
Aun que hay dentifricos de muchos sabores, el más común es el de base mentolada, de menta o hierbabuena. El mentón interactúa químicamente con los sensores nerviosos que detectan el frío haciéndolos más sensibles, de esta forma se tiene la sensación de que la boca está más fresca de lo que realmente está. La menta también se utiliza porque es un sabor relativamente fuerte pero imparcial que ayuda a evitar la sensación de que estamos lavándonos la boca con jabón.
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