Resulta evidente saber cuándo ocurre un terremoto, pero los movimientos de advertencia más pequeños pueden pasar inadvertidos sin la ayuda de un detector o sismógrafo. Hacia el año 130 dC, el científico chino Chang Heng inventó lo que podría considerarse como el primero de estos aparatos.
Ciertamente, era uno de los más extraños; tenía ocho dragones de bronce formando un círculo y ocho ranas del mismo metal, cada una bajo un dragón, con el hocico abierto hacia arriba. Cada dragón tenía una bola en la boca.
Debido a la manera en que estaban dispuestos, al menos uno de ellos percibiría la más leve vibración. Cuando esto sucedía, la bola caía estrepitosamente en el hocico de la rana y daba la alerta.
Ciertamente, era uno de los más extraños; tenía ocho dragones de bronce formando un círculo y ocho ranas del mismo metal, cada una bajo un dragón, con el hocico abierto hacia arriba. Cada dragón tenía una bola en la boca.
Debido a la manera en que estaban dispuestos, al menos uno de ellos percibiría la más leve vibración. Cuando esto sucedía, la bola caía estrepitosamente en el hocico de la rana y daba la alerta.
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