La primera lata de aerosol la inventó el ingeniero noruego Eric Rothheim, en 1926. Se utilizaba para pintar y barnizar cajas, pero nunca se impuso. Más éxito tuvo un aerosol creado en 1942 por el químico estadounidense Lyle Goodhue, que descubrió que la nueva lata era perfecta para rociar cucarachas con insecticida para matarlas.
Se proporcionaron millones de estas "bombas contra bichos" a las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial y para el año 1946 los aerosoles se producían para uso doméstico. Cincuenta años después la producción mundial fue de miles de millones.
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