La capacidad viajera del albatros (Diomedea exulans), con sus 280-320 cm de envergadura alar, es enorme. En el año 1847 la tripulación de un barco ballenero que navegaba al este de Nueva Zelanda capturó un ejemplar y más tarde lo liberó tras atar a su cuello un mensaje. Veintidos días después el capitán de otro buque ballenero derribó un albatros y la casualidad quiso que fuera el ave portadora del mensaje. Se pudo comprobar que en tan breve espacio de tiempo había recorrido más de 5.000 kilómetros en línea recta, a un promedio de 250 kilómetros diarios.
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