La conciencia es la porción autocrítica de los valores morales de una persona; censura los sueños y sirve como fuerza principal en la represión de los instintos, así como en las aspiraciones ideales. Normalmente se le relaciona con el superego, que a su vez surge a partir de la identificación del niño con personas importantes y queridas en su vida temprana, por ejemplo, los padres. Los deseos y necesidades (supuestos o reales) de estas personas forman parte de la personalidad del niño y lo ayudan a integrar su conciencia.
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